Primavera de libros 2020

El 31 de marzo inauguramos nuestra Primavera de libros con la visita, en el chat de wassap de los martes, de nuestro tertuliano de honor Eduardo García, quien participaba desde Gran Canaria.

Ella la mar
© Eduardo García

En la semana del 7 de abril participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Carlota Sosa, Candelaria González y Cele Díaz.
Jazmines, estrellas blancas

Foto de Carlota Sosa
En el jardín de los filósofos florecen las estrellas blancas del jazmín.
Los capullos cerrados vierten sus inflorescencias
en cascadas vestidas de rosa sobre los muros de piedra.
El caminante que busca la verdad presiente allí un refugio.
Le envuelve la pureza del instante.
Se abren los brotes a la nueva luz y el perfume penetra por los poros
Su belleza cautiva la mirada
En respuesta embriagada de su influjo, el aprendiz de brujo,
con su varita de rama de bambú traza en el aire el símbolo del infinito.
El lugar responde a la magia.
Una mano invisible mueve la enredadera.
El aire vibra envolvente en ráfagas circulares
y atrapa las inflorescencias
Se escucha el coro de pequeños devas, hijos de los cuatro elementos
que, con su aliento, han permitido el crecimiento de la planta.
Cada flor en forma de trompeta toca notas de un himno de alegría,
marcha triunfal que anuncia la llegada de la aurora
al reino de las almas
Las estrellas titilan trémulas, en alas de las nubes
comienzan su vuelo para entregar consuelo.
Se despiertan los sueños, las flores viajeras danzan.
Toman del sol el brillo y el calor, vibrando en la esperanza
Resuenan en la memoria viejas historias
Hadas, castillos encantados, alfombras mágicas, genios que habitan lámparas
que vienen desde tierras lejanas hoy tan cercanas, que con estirar la mano, se alcanzan.
Arabia, Persia, Egipto, India, China, Sri Lanka...
Viajes que en el mundo de los cuentos siempre han sido contados
Las flores se deslizan alegres al soltarse el racimo,
Cada uno toma un azul distinto.
Entran veloces por las ventanas del presente.
La primera en llegar derrama sobre cuna de inocencia donde dormita un niño
el aceite esencial que alumbra la consciencia
0tra, se cuela entre los cabellos canos de la abuela
que vuelve a recordar.
Todas, en cada hogar, entregan carta de esperanza
Tal vez ese jardín fue instante en la memoria
que abre la puerta de la imaginación
Solo sé que al contemplar jazmines
recuerdo ese portal de los filósofos donde sus flores danzan
Un regalo que envuelve en sus estrellas. Esas estrellas blancas
Solo sé que, al pronunciar jazmín, lo huelo,
remonto los recuerdos de la región donde nace la imagen.
Y cuando el sol se muestra entre las dos montañas
escucho la voz de los cuentos de Sherezade
Esos que nos han contado cuando éramos niños,
que ella aprendió de un libro perdido en los espejos
que narró en el palacio del aquel Rey
durante mil y una noches.
En pos de las estrellas, estrellas del jazmín, estrellas blancas.
© Carlota Sosa

Cactus de Navidad
(Santa Teresita)

Foto de Candelaria González
Tengo en casa un cactus desde hace muchos años, era pequeño pero muy elegante, lo puse en el poyo de la cocina, detrás de la ventana para que le diera el sol de la mañana. Creció y todas las navidades se llenaba de flores, la cocina se iluminaba con su fuerte color rosa. Al crecer y cambiarlo de maceta tuve que ponerlo en la terraza. Tiene unos cuantos hijos a los que ya le brotan flores. Hoy quería presentarla como mi flor favorita y no sabía su nombre después de tantos en casa, lo averigüe pero es tan difícil pronunciarlo que les digo el popular "Cactus de Navidad", no podía ser otro, al florecer esos días de alegría y celebración del nacimiento de Dios.
Esta es mi flor, que hasta la primavera me alegra el corazón con su bonito color.
© Candelaria González

Esterlicia, ave del paraíso

Foto de Cele Díaz
Símbolo que representa a Canarias.
Una esterlicia,
la esterlicia,
esa esterlicia,
alguna esterlicia,
cierta esterlicia,
mi esterlicia.
Sí , mi esterlicia.
En el s. XVIII cuando la Botánica debuta como ciencia, esta flor de origen tropical, africano,vino a Londres a los jardines reales.
Mía, sí digo mía. No porque tenga una entre mis manos ahora mismo, sino por como la veo.
Es la esterlicia que encanta mis sentidos.
Es la esterlicia que ahora en mi mente veo.
Ave del Paraíso, se llama popularmente.
Su flor es peculiar, azul-naranja.
Me gustan sus formas con cortes rectos y perfectos, los miras y verás unos triángulos tumbados de color naranja y azul intenso.
Colores que hablan de fuego,de sol,de mar y de cielo.
© Cele Díaz


Tertuliano de honor invitado esta semana: Carlos Chico

Nos falta un puntito
Yo creo que a la humanidad
le falta un puntito
de generosidad,
de solidaridad,
y algo más de bondad.
Yo creo que a la humanidad
le falta un puntito de humanidad
y le sobran razones
para cambiar el rumbo,
para hacer reflexiones
sobre qué mundo
pisarán los que vendrán.
Y le sobran razones
para llorar de espanto,
ahuyentado temores
cada cual con su santo,
mientras la tierra grita
yo ya no aguanto.
El mundo se encuentra
desorientado,
no reaccionamos,
apoltronados
desde el sillón
de cualquier salón
con su televisión.
Mirando un mundo
desdibujado,
descontrolado
y amordazado,
cautivo de la sin razón.
Ajenos al dolor de otros,
al hambre de otros,
a las guerras de otros,
al sufrimiento de otros,
que andan sin rumbo,
rotos de esperanzas,
huerfanos de amor.
© Carlos Chico

En la semana del 14 de abril participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Ana Tejera, Emma Coello y Elena Padrón.
Jacaranda

Foto de Ana Tejera
© Ana Tejera Aguiar


Amapola

Foto de Emma Coello
Quiero hacer un breve resumen de esta planta, de mi planta, la amapola. Se cultiva en invierno y florece en primavera. Su semilla tiene un sinfín de propiedades médicas para el insomnio, las quemaduras, tos seca, nervios y para múltiples inflamaciones de todo tipo. Pero ahora les voy a hablar de ella en singular.
Yo, como todas las mañanas, y mientras me tomaba una taza de humeante café, miraba a través de la ventana regodeándose un día más en mi abandonado, seco, desastroso y difunto jardín.
No quería nada vivo a mi alrededor y él fue el primero en sucumbir a mi desengañado corazón. Pero un día, y sin avisar, ahí estaba ella, como una superviviente en medio de la seca hojarasca, su tallo erguido, su maravillosa flor de un rojo escandalosamente provocativo, resaltaba aún más en el centro de mi miserable jardín.
¿Qué haces tú aquí? Le dije. Inesperadamente una ráfaga de viento movió sus rojos pétalos, y a mí se me antojó que me saludaba tímidamente. Yo, en ese instante, intuí que había venido para quedarse y para hacerle compañía a mi solitario y desarraigado corazón.
© Emma Coello

Sajora

Foto de Elena Padrón
Están a lo largo del camino.
Este año, el tiempo ha sido generoso y sus flores amarillas recorren todo el borde de las paredes de piedras.
Es hermoso ver como pasean a sus anchas los lagartos y se quedan quietos esperando que los rayos de sol, les calienten las patas, para seguir su excursión.
Las abejas danzan sin permiso sobre las flores y de vez en cuando husmean en su precioso tono para extraer su dulce néctar.
Esas piedras del camino son mágicas. De allí donde escasamente llega la tierra para abonar, entre ellas, salen hermosas , altas y señoriales para rendir una reverencia a los que por allí pasan.
Se saben humildes, son flores silvestres que nadie busca para un jardín. El olvido las ha puesto allí, como sin querer.
Pero ellas presumen de color, de ofrecer brillo y esperanza cálida a los pasean bajo la bruma del pueblo que se resguarda entre sanjoras.
© Elena Padrón

La Tertuliana de honor invitada esta semana fue Felicidad Batista.

RUMOR DE MAR
Contemplaba sentada junto a una mesa y una taza de café como el sol se asomaba tembloroso sobre la mar y las nubes se erizaban como la piel bajo el alba. Las sombras del amanecer se apostaban como escamas entre barcas y veleros. En la terraza del bar solo me acompañaba el viejo marino ensimismado en su aguardiente y cubierto por un gorro de lana. Bajaban los amarillos tostados, los añiles madrugadores se extendían generosos y brillantes por el horizonte; algunos verdes alga se enredaban en las olas y pinceladas discretas de negro guiaban a los albatros por el cielo. Él se detuvo, me observó detenidamente, movió la cabeza como si le disgustara mi expresión. Se acercó con una pequeño pincel y borró mis ojos. Ahora solo escucho el rumor del mar y aguardo su regreso para que dibuje mi nueva mirada.
© Felicidad Batista
(Publicado en el libro de relatos Los espejos que se miran )


En la semana del 21 de abril participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Ana Robles, Félix Díaz y Haydée Borzac.
Pensamientos al aire

Foto de Ana Robles
Pensamientos al aire...
flores de otoño brotan
erguidas en su tallo,
se empeñan en crecer
vistiendo al frío invierno
con vívidos colores.
Pensamientos al aire...
flores de terciopelo
nos ofrecen su aroma;
bailando con el viento
traen a nuestra memoria
amores de otro tiempo.
Pensamientos al aire...
tímidamente asoman
como versos desnudos
que afloran en mis labios;
como un súbito amor
que enardece mi aliento.
Pensamientos al aire...
que esperan su llegada
atentos, cautelosos;
quieren verla de cerca,
sentir su alegre brisa,
besar la primavera.
© Ana Isabel Robles

Claveles

Foto de Félix Díaz
Sheila
cultivaba claveles, y los obtenía de todos los colores. Su mayor logro era el
clavel negro, una variedad tan exótica que alcanzaba precios exorbitantes.
Pero Sheila era ambiciosa y quería lograr algo más original. Así que siguió investigando, manipuló genes y tras varios años logró el éxito.
Llevó el resultado de su esfuerzo a la Feria Floral de Hannover.
―Claveles verdes ―dijeron, al ver sus novedosas flores.
―Nada de eso ―respondió ella―. Son claveles ultravioleta.
Y usando focos de luz ultravioleta y visores de ultravioleta, les mostró los maravillosos e increíbles efectos que mostraban. Colores increíbles, formas peculiares. Una maravilla.
Sin embargo, no tuvo mucho éxito. Sus claveles ultravioleta solo podían ser vistos con luz ultravioleta, y eso no estaba al alcance de cualquiera. Se vendieron poco.
Sheila siguió mostrando sus claveles ultravioleta en todas las ferias y exhibiciones que pudo, pero no se vendían. Eso sí, sus otros claveles, rojos, amarillos, naranja, multicolores, azules, negros incluso, se vendían.
Un día, Sheila enfermó. Tenía cáncer por el abuso de las radiaciones ultravioleta. Padeció durante unos meses y por fin falleció.
Su esposo, Klaus siguió con el negocio. Y logró un nuevo éxito al poner en el mercado los claveles verdes.
Eran los
mismos claveles ultravioleta de Sheila, pero sin la parafernalia de luces y
visores ultravioleta. Bajo la luz normal eran verdes. Y eran bonitos.
© Féliz Díaz


La mariposa

Foto de Carlota Sosa
Su color blanco pureza, es de todos conocido,
lo lleva nuestra bandera, para orgullo del nativo
esa linda mariposa, que no vuela, pero está,
como una blanca paloma, que nos anuncia la paz.
Blanca como la pureza, su belleza es natural,
fragancia que deja huella, si la sabes disfrutar,
es la flor por excelencia, que en mi tierra la veras,
es la que nos represente, en la guerra y en la paz.
Cerca de ríos, manantiales, crece sin temor a nada,
entre verdes matorrales, su flor blanca y perfumada,
nos premia con su presencia de una forma natural,
el placer de contemplar la sabia naturaleza.
© Haydée Bowzac


La tertuliana de honor esta semana fue Gloria López.

DINOSAURIOS MARINOS
La marea ha bajado más de lo habitual, mostrando secretos normalmente ocultos al ojo del simple espectador.
Siguiendo mis pasos, descubro una gran congregación de callados voluminosos, de formas desiguales y que tímidamente se muestran desnudos, a las miradas de los que los contemplan. Poco a poco, su piel se torna cada vez más verde y cual vestidos de primavera, destacan somnolientos sobre las arenas negras de la playa.
Al acercarme puedo apreciar más detenidamente como han sido tratados por el inexorable paso del tiempo, lo que me demuestra que todo es efímero, su belleza, su presencia...
No puedo evitarlo y atraída hacía ellos, mis manos acarician las superficies aterciopeladas. Mis sentidos se elevan, su olor a mar, a sal, su tacto suave, agradable, sus formas curvas y sinuosas que simulan grandes caderas reposadas sobre mantos de arena.
Mi imaginación trabaja desaforada, dibujando en mi mente seres gigantes, semiocultos, dispuestos a surgir en cualquier momento, mostrando al mundo su verdadera naturaleza.
El griterío de los bañistas me llevan de nuevo a la playa, evadiéndome de la quimera que acabo de concebir.
Pronto, cuando el reloj lo decida, el mar volverá a poseer la playa y las olas, poco a poco, sumergirán de nuevo a los grandes dinosaurios marinos; sumiéndolos, otro día más, en una oscuridad semitransparente.
Capto su imagen en la retina de cristal de la cámara, deseo cumplir el deseo de retenerla en el tiempo.
La naturaleza
sigue su curso, es inevitable... Disfrutemos del momento, por que nada es
eterno y menos, nuestros dinosaurios.
© Gloria López

En la semana del 28 de abril participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Álvaro Rodríguez, Isabel Expósito e Isabel Vidal.
Rosa amarilla

Foto de Álvaro Rodríguez
Tengo un huerto plantado sobre una nube y varias rosas: la rosa púrpura del Cairo, la rosa de Jericó, pero mi favorita es la rosa amarilla.
Todas las mañanas la cuido, la riego con esmero, hablando con ella, representa la sabiduría porque lo esencial es invisible a los ojos.
Al mediodía el sol calienta sus pétalos y ella resiste dulcemente su compañía. Muchas veces pienso que tiene mil años o más.
Al atardecer antes de irme a dormir la visito de nuevo y me dice: la naturaleza ofrece su amor, en un fragante florecer, no soy ni más ni menos que tú, somos iguales, venimos de los mismo y vamos de la mano a convertirnos en idéntica sepultura.
Más tarde sueño con ella y me vuelve a decir: todos somos responsables de nuestras rosas y de las cenizas muchas veces surge una bella rosa amarilla. Yo le digo: eres mi única razón para existir.
© Álvaro Rodríguez


Geranio

Foto de Isabel expósito
Hay una flor de ayer
que puso color a la ventana
desde la que se asomaban
los instantes.
Una flor en maceta de lata
donde las mujeres que quiero
derramaron sus aguas
para que el matiz de la risa
del geranio les diera
aquello que el devenir
no quiso darles.
Hay una flor que rompe
la sombra del silencio
cada vez que la observo.
Que grita desde adentro
su tumulto de umbrías
para surgir después
como surge lo bueno:
despacio como el aire
que movieron sus faldas
a ofrecerme su luz desde el alfeizar.
© Isabel Expósito


Flor de cera

Foto de Mercedes Reyes
Como cada primavera al sonido de las trompetas las puertas del Palacio Real se abren lentamente, una gran alfombra bordeada de flores de hermosos colores esperan impacientes su llegada, todo está preparado para recibirla, de pronto hace su aparición y con su aire de princesa se va abriendo paso sobre la alfombra de hojas verdes, es delicada, suave, su piel aterciopelada la hacen ser única y exquisita, su fragancia despierta los sentidos y a su paso la corte se inclina brindándole pleitesía y el eco de las campanas repiten: <es ella...es ella...la más bella... la más bella...> y así, cada primavera la flor de nácar florece para convertirse en la princesa del jardín del Palacio
© Isabel Vidal

El Tertuliano de honor invitado fue Javier Marrero.

Las hojas y los paradigmas
En economía hay un dicho que conocemos todos los que hemos
jugado al fútbol en campos de tierra. Dice el dicho que el precio del petróleo
sube como un cohete, pero baja como la hoja que se mece al viento y no parece
tener prisa alguna en llegar a tierra.
La hoja sabe que, una vez en tierra, su destino será la descomposición. Con suerte, si llega a tocar tierra tierra... se convertirá en nutrientes para que nazca una nueva vida en aquel lugar. Para fertilizar a nuestra madre Tierra, esta vez con mayúsculas, y para dar un sentido a su vida una vez esta termina. Es un fin noble, este de la hoja.
Puede tenerlo también en el asfalto, pero en tal ocasión la suerte jugará un papel mucho más importante. Puede que un niño, o niña, pase por allí y la vea, recién caída, con los tonos ocres propios del otoño, y la recoja para un trabajo manual que le han encargado en clase. La hoja morirá, pero verá orgullosa como su cuerpo servirá para enseñar, explicar, mostrar. Formará parte de un trabajo científico de un joven, o una joven, que abre los ojos a la naturaleza y, quién sabe, tal vez sea esa hoja quien le despierte el interés por ir hasta el infinito. Y más allá.
Pero esos paradigmas están en revisión. Ahora, el petróleo cae al suelo como un cohete, y sube como la hoja. Es decir, lentamente. Eso es porque no lo necesitamos. Estamos en casa, quietecitos, compartiendo momentos como este. Y son estos momentos los que disfrutamos, como disfruta la hoja en su ascenso lento y majestuoso de acuerdo con estos nuevos paradigmas, donde lo que subía baja. Donde lo que caía sube.
Al final tendremos a nuestra hoja subiendo y subiendo, lentamente, para que todos podamos mirar y admirar la belleza innata de la naturaleza, ahora que todo está al revés. Ahora que es la belleza la que sube.
Y que lo demás baja.
© Javier Marrero

En la semana del 5 de mayo participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Laura González, Matale Arozena y Luisa Chico.
Flor de loto (nenúfar)

Foto de Carlota Sosa
Nació en un lodazal
rodeada de tinieblas,
tragando sucios barros,
anudada entre cadenas.
Superó graves dilemas
a la sombra de sus miedos.
Dejando pasar el tiempo,
entre vallas de misterio.
Soportó su experiencia,
ignorada y en silencio.
Las raíces pantanosas,
estrangulaban su cuerpo,
atropellando impunemente
la dignidad y el respeto.
Vilipendiada en su honor,
sepultada en su encierro,
embutió su cuerpo
en un frío cerco.
Llegó con gran esfuerzo
a la superficie densa,
flotando como un cuenco
en aguas fraudulentas.
Su exquisito aroma
despejó el aire,
violó la brisa,
demostrando que el
valor podía vencer
la resistencia.
Con fuerza y coraje
desafío la ambición
de quienes pretendían
impedir su crecimiento.
Aprendió a florecer
ante la adversidad,
abriendo pétalos
de terciopelo.
Su imagen se
transformó en ejemplo.
De sus noches insomnes,
aprendió
que las pesadillas terminan,
cuando se logra
despejar la oscuridad
que envuelve el miedo.
Y que de la podredumbre
se obtiene el abono
que mejores frutos da
cuando siembras con acierto.
Hoy es considerada flor
de credos orientales,
símbolo de Amor
ante el desconcierto.
Pureza, inocencia,
meditación, nobleza,
compasión y sabiduría,
son sus secretos.
Se asocia a la posición
del yoga por la forma y postura
de sus elementos naturales.
Es una de las plantas sagradas
más apreciada,
desde la antigüedad
por distintas civilizaciones.
Convive en lagunas, lagos y estanques
con hojas verdes redondeadas y nenúfares
de colores flotantes.
©Laura González


Violetas que hablan
Foto Mercedes Reyes
Asomada mi ventana contemplo mi pequeño
jardín. Es el orgullo de mi madre y el mío, pues allí hemos conseguido colocar,
como en un lienzo pintado, las pinceladas que deseábamos para conseguir un
cuadro elegante y en complicidad con la naturaleza
logramos un paisaje armonioso que disfrutamos cuidando y admirando.
Hay todo tipo de flores pero a mi, particularmente, me encanta un pequeño rincón en el que han decidido habitar, sin nuestro permiso, unas preciosas violetas cuyo color atrae mi mirada siempre que me dispongo a cuidar este crisol de colores. Su presencia hace que surjan en mi interior sentimientos de nostalgia y de calma, a la par que, en otras ocasiones provocan en mi una fuerza y un ímpetu inusuales.
Siempre antes de salir al trabajo la visito desde el marco de mi ventana. Pero hoy al acariciarlas con la mirada vino a mi la imagen de un joven con el que había hecho amistad en el autobús que diariamente me lleva a mi lugar de trabajo.
Desde hace algún tiempo René, que así se llamaba el muchacho y que era más o menos de mi edad, coincidía conmigo en el autobús y lo que en un principio fueron saludos formales, luego miradas furtivas y sonrisas agradables para ambos, se fueron convirtiendo en conversaciones que poco a poco derivaron en una agradable amistad. Hablábamos de nuestros gustos, de nuestras habilidades, coincidiendo con él en muchas de las suyas. Le encantaban las plantas, de hecho, estaba estudiando un peritaje agrícola que ya hubiera querido para mi si no hubiera tenido que ponerme a trabajar por ayudar a la economía familiar.
Hoy nos encontramos de nuevo. Le había guardado un sitio a mi lado, noté un cierto nerviosismo y una sonrisa poco habitual en su serio semblante. En cuanto se sentó y comenzamos a hablar, me dijo: Tengo que confesarte una cosa.
-¿De que se trata, René?
-Estoy enamorado, pero no se como reaccionará ella. Necesito que me ayudes.
-¿Cómo te puedo ayudar?
-Yo creo que tú la conoces, me podrías decir si ella me correspondería en ese amor. Te voy a enseñar una foto suya. -Acto seguido sacó de detrás de su mochila un ramo de violetas, y puso delante de mi rostro un espejo-. Esa que ves ahí es el amor de mi vida. Te he traído las violetas sencillas, que sé que te gustan, y para mi significan familia y algo más que amistad.
Viendo mi rostro sorprendido, al tiempo que me entregaba el ramo de violetas, mis flores preferidas, me dijo: No me contestes hoy, esperaré a que lo pienses.
Después de la manera tan original de declararse, nunca pude contestarle ni en un sentido ni en otro. Para mi era un amigo sin más y me daba lástima decirle que ya mi corazón lo había entregado a otro. Yo creo que lo intuyó pues nunca más volví a verlo. Nunca más se subió a mi autobús.
Desde ese día, recuerdo a René con nostalgia, esa que deja una amistad perdida. Desde luego para mi las violetas ahora tienen ese significado, pero siguen siendo mis preferidas.
Tan
solo guardo de esa bonita amistad, una preciosa flor color violeta, única que
quedó del precioso y preciado ramo que un día fuera símbolo de un amor
imposible y que se encuentra reposando entre las hojas de un libro.
©Matale Arozena

Girasoles

Foto Luisa Chico
Girando está el girasol
Inundado por tu luz,
Rebusca brillo y calor
Ansiando ser como tú.
Siente su vida latir
Orientándose hacia el sur,
Luciendo con esplendor,
Elegancia y plenitud,
Siendo sustento y vigor.
©Luisa Chico

La Tertuliana de honor invitada fue Albertine Orleans.

MI JARDÍN
No tengo un jardín propio, nunca lo he tenido, ya saben... mi casa mide 60m2, está en la planta doceava del Edificio Mozart en Las Palmas; allá arriba es difícil tener un jardín... Pero, cada mañana cuando abro los ojos al despertar, lo primero que hago es sonreír a ese nuevo día, a esa nueva oportunidad, a esas horas que han comenzado y que me deparan, un maravilloso encuentro con el misterio de lo cotidiano.
Entonces, salgo a hacer algo de deporte, eso sí, después de tomarme un vasito de agüita templada con limón y después de bajar las escaleras de dos en dos para correr al encuentro de mi jardín, que aparece en los parterres de la calle peatonal contigua a mi edificio, y más allá, en el Parque de San Telmo. No hay árbol, flor o hierba, que no me parezcan maravillosos, porque adornan mi camino y forman parte de la Vida; sin ellos, no podría respirar, mi sistema respiratorio depende de cada hoja verde que me suministra oxígeno, ¿y las flores? No me olvido de ellas, pues adornan el jardín que me acompaña en cada segundo, su belleza, me ayuda a ser mejor cada día, a valorar lo que no me pertenece porque es de todos...
Con
las sensaciones a flor de piel, regreso a mi pisito para experimentar otro
nuevo día, con la sorpresa de un nuevo jardín...
©Albertine Orleans

En la semana del 12 de mayo participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Margarita López, Mercedes Reyes y Mercedes González.
Galán de noche

Foto Carlota Sosa
Que nombre más hermoso tienes.
Con tus flores campanillas
y tus hojas singulares,
ovaladas y perennes.
En las horas de las noches,
calurosas de verano
sacas a relucir tus mejores galas,
tus mejores flores, tu mejor aroma.
Ahí estás tú con tu fragancia
que me transporta a otro lugar.
Un lugar de ensueños, cuentos,
embrujo y magia,
donde puedo yo soñar que tengo alas
para volar al país de Nunca jamás.
Eres tú mi amor sincero.
Eres tú mi amor de verdad.
Tú que me regalas tus flores,
tu aroma y tu majestuosidad.
Eres tú mi amor de noche.
Eres tú mi gran galán.
©Margarita López


Flor del almendro

Avanza la primavera, llegan las flores
con belleza, repletas de color
adornando plazas y jardines
con mucha gracia y multicolor.
Entre los verdes del campo
cuando llega febrero
por las escarpadas montañas,
los verdes campos ofrecen
esplendor y hermosura.
Ya se entreabren y despuntan
tímidamente la flor del almendro
que consiguió florecer
a pesar del frio invierno.
Se visten de flores blancas y rosa
nos regalan pétalos de un vago perfume.
Con un soplo de aire
a las ramas remueven
y van cayendo sus flores
como copos de nieve
esparciendo en la tierra
su rosa y blanco color.
Nada puede en el mundo
ser hermoso y eterno,
porque largos serían
los fríos días de invierno
sí en el campo faltaran
las bellas flores de los almendros.
©Mercedes Reyes

Margaritas silvestres
Foto Luisa Chico
Las flores silvestres nacen de semillas. En otoño los vientos Alisios las esparcen en campos y praderas, y la naturaleza, el sol y la luz les dan vida.
Con la llegada de la primavera las flores silvestres, como la violeta, la flor de lavanda, y sobre todo la Margarita con sus pétalos blancos, conocida por el símbolo de la inocencia, son las que llenan los campos de esplendor y color.
La margarita, con respeto a sus compañeras, se cree más importante por la leyenda tan apreciada por los adolescentes y conocido en todo el mundo.
Esta leyenda ha sido muy popular para los jóvenes y para aquellos indecisos en el amor, que cogen la margarita y la van deshojando, y dicen, te quiero, no te quiero, lo que no saben es que si termina en nones el amor queda frustrado, y si tienen suerte y termina en pares el amor es para toda la vida.
©Mercedes González

En la semana del 19 de mayo participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Rosario López, Rosario Rodríguez y Pilar Blanco.

Verbena o Lantana
Foto de Juanjo Navarro
En esta Primavera del Libro
aunque sea de forma virtual
presentarles a ustedes quiero
una flor excepcional.
LA VERBENA
La verbena es una planta
sagrada y medicinal
de pequeños ramilletes
y color original.
Define a la verbena
en tiempo primaveral
un abundante follaje
tierno, fresco y natural.
Coquetean sus hojitas
en el lenguaje habitual
perfumándole las flores
con un aroma especial.
En rojas y blancos centritos
llamativas y vital
la escogí en estos tonos
por mi agrado personal.
A este ser vivo ofrezco
como primicia final
el elogio que le hago
desde este recital.
Y cuando todo esto pase
y lo podamos celebrar
con mi verbena de sueños
los invito a soñar.
©Rosario López


Orquídea

Foto Rosario R. Vidal
No recuerdo que fuera un día especial hasta ese momento, mi padre se acercó y con pocas palabras me entregó una flor. ¡Es como tú! Dijo. Y los dos nos quedamos hipnotizados, él esperando mi respuesta y yo no podía quitar los ojos de aquella esbelta orquídea blanca desprendiendo tanta belleza. Era perfecta.
Levante la mirada buscando que me dijera algo más y sonriendo dijo: ¡Hay muchos colores, con la vida los irás descubriendo!
Y así fue como comencé a tener una debilidad especial por las maravillosas orquídeas.
Entendí que muchos cuidados, no siempre es lo que se necesita, me enseñaron a tener paciencia, constancia, a disfrutar de su belleza y a contemplar su proceso, sintiendo a veces un logro en su florecimiento.
Me han acompañado en cada etapa de mi vida: La blanca en mi infancia, la azul dando armonía, la rosa en el amor, la amarilla y la roja en la pasión, la verde en momentos de esperanza.
Ahora me acompaña la
morada, el conjunto de mis vivencias buscando sabiduría, y el recuerdo de mi
padre regalándome un precioso día.
©Rosario R. Vidal

El pequeño edén (Mimosas)
Foto Luisa Chico
Era fantástico sentir el aire en la cara mientras
pedaleaba con todas mis fuerzas. Mi padre le había puesto ruedas nuevas y ahora
mi vieja bicicleta se deslizaba como una pastilla de jabón, suave y sin ruidos.
No quería llegar tarde al cumpleaños de mi tía Julieta, (aunque yo siempre la
llamaba Juli), era la hermana mayor de mi madre. Cumplía 82 años, y sus tartas
eran célebres en el barrio. De hecho ella y mi tío Ángelo, regentaron durante
muchísimos años, una de las mejores pastelerías de toda la comarca. Me
encantaba su nombre. "El horno de las fresas azules", según mi madre, mi tía le
puso ese nombre en honor a una de sus películas favoritas,- Tomates verdes fritos- .
A pesar de su edad, todavía le gustaba cocinar y preparar suculentos dulces, sobre todo las dos famosas especialidades de la casa, el biscocho relleno de tomates dulces con chocolate y la tarta de tres sabores cubierta de fresas azules. Jamás quiso revelar la receta, ni el bonachón de mi tío Ángelo la conocía y eso que trabajaron juntos media vida. Por desgracia después de su fallecimiento mi tía cerró el negocio y montó una pequeña floristería.
-¡Holaaa...ya llegué! ¿Tía Juli se puede entrar...?
-Pasa Elizabeth, estamos todos en el jardín grande -me gritó con su típica voz cantarina.
Mi tía estaba radiante con un vestido azul turquesa y un precioso delantal violeta. Prácticamente estaba casi toda la familia, un sinfín de amistades y un gran número de antiguos clientes, incluso algunos habían venido de otros pueblos. En cuanto la vi me eché en sus brazos, achuchándola con todas mis fuerzas. Mi tía no había podido tener hijos y para ella sus sobrinos, eran como sus hijos. Tengo que resaltar que yo era "la favorita", ya que de los cuatro, yo era la única chica. Y eso que tenía fama de rebelde, sin embargo mi tía siempre me defendía diciendo que no era la típica señorita al uso, sino una mezcla entre Hulk y Campanilla. Yo creo que en el fondo, tenía algo de razón.
La fiesta fue un éxito en todos los sentidos, cantamos hasta desgañitarnos, bailamos como locos y comimos y bebimos hasta bien entrada la tarde. Todo el festejo se hizo en el gran salón donde antiguamente estaban los hornos y donde se elaboraban todos los productos. Algunos invitados empezaron a retirarse, otros seguían bebiendo y uno pocos empezamos a recoger. Estaba a punto de retirar unas bandejas cuando mi tía me hizo una señal para que la siguiera.
-¡Que pasada tía Juli, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto! Estaba todo buenísimo, incluida la música.
-Me alegro muchísimo Elizabeth... ¿Te vienes...? -me preguntó con disimulo.
-¿Al pequeño...yo? -le pregunté en tono incrédulo.
Mi tía me cogió de la mano y tapándome los labios con el dedo, tiró de mí escurriéndonos sigilosamente hasta su inaccesible jardín. Era el único sitio de la pequeña finca, donde estaba totalmente prohibido pasar. Ella le llamaba "su pequeño Edén". La primera y única vez que había estado allí, tenía cinco años y había entrado en brazos de mi tío Ángelo.
-Cierra los ojos cariño y no los abras hasta que yo te diga.
Oí como la llave daba varias vueltas interminables en la cerradura y el ruido apagado de la verja al abrirse. Di varios pasos cogida de la mano de mi tía, y aún con los ojos cerrados pude oler una fragancia que me llenó de recuerdos.
-Abre los ojos cariño.
-¡Dios mío que belleza! ¿Y todo esto lo has hecho tú sola? -le pregunté asombrada.
-Yo y tu tío. Era nuestro pequeño refugio, aquí pasábamos nuestro tiempo libre, plantando, regando y disfrutando de los pequeños momentos que teníamos de descanso. Que no eran muchos.
-¿Te puedo hacer una pregunta tía?
-¡Pues claro...!
-¿Por qué todo el jardín es amarillo? Es una preciosidad como lo tienes, pero me llama la atención que no hay ni una sola flor de otro color -le pregunté extrañada.
-¿Te gusta cómo huele? -preguntó mi tía sonriendo.
-Me encanta, es un olor muy suave y aromático.
-Pues esa es una de las razones, aunque sean diferentes plantas todas son mimosas, y es por eso por lo que su exquisito aroma se potencia. Y la otra razón es porque simboliza el valor de la amistad, representa la feminidad, la energía y la lucha femenina. En Italia es el regalo más importante del día Internacional de la mujer, y en las pastelerías se obsequia con dulces amarillos, incluso en algunos se le coloca un pequeño ramillete de mimosas. -Y ya sabes que el tío...era italiano-. Era un romántico y adoraba sus costumbres ¿Me entiendes?
-¿Qué me estás diciendo, que el tío... se encuentra aquí?
-Si cariño, es lo que él quería y así lo decidimos los dos.
Sin perder ni un ápice de la sonrisa, me miró, dirigiendo su mirada donde descansaba un precioso árbol totalmente abarrotado de mimosas.
-Que mejor sitio que aquí, donde pasamos tantos buenos momentos -suspiró mi tía con la mano en el corazón.
-¿Por eso no quieres que entre nadie, no?
-Si Elizabeth por que este era nuestro "pequeño Edén", y por eso he querido que seas tú, la que se encargue de...
Silencié sus palabras con mi mano, nos miramos sin hablar y al instante volvió a lucir su preciosa sonrisa.
-Por eso cuando eras pequeña el tío te trajo aquí, siempre fuiste la elegida, y él lo sabía.
Después de unos largos minutos salimos de allí abrazadas y más unidas que antes.
Hoy, soy yo la que cuida su "pequeño Edén". Y la que regala a mis amigas, dulces amarillos con un pequeño ramillete de mimosas, cada 8 de marzo.
©Pilar Blanco


En la semana del 26 de mayo participaron en la Primavera de libros con su homenaje a las flores: Rosario López, Rosario Rodríguez y Pilar Blanco.
Trevina

Foto Pili Gil-Roldán
Despuntando el alba
se escucha un sonoro alboroto,
todos se entienden y obedecen
a su instinto natural,
una orquesta en alegre libertad.
A ellos no les atañe nuestros miedos,
no les afectan, siguen con su diálogo mañanero
despertando a la primavera.
El cielo apenas va cambiando
su tono negro,
se pinta en tenues celajes
de caprichosos rosas y lilas,
después de haber acunado
el brillo de las estrellas.
Sus sonidos se entremezclan,
es difícil distinguir
quien continúa y empieza
deleitando con sus cantos a un nuevo día.
Mientras a sus pies y al abrigo de un jazmín
nace una trebina de tallo largo y fina,
con hojas de corazón que sujetan su flor.
Planta silvestre que cubres mantos de campo,
adornándolos de amor y amarillos dorados,
recuerdas mi infancia en el sabor dulce de tu savia.
Cómoda creces bajo los castaños,
empezando a verte en septiembre.
Acompañas la tierra de los almendros
salpicando belleza en su paisaje
blanco y rosado.
Esta vez naciste en la maceta
de mi jardín,
al abrigo del jazmín.
Llegando la tarde cierras tus pétalos
y ellos, aminoran sus cantos
calmando el hambre de la noche,
ajenos a nuestros miedos.
Mañana saldrá el sol,
tú seguirás bajo el jazmín,
solo hasta mayo.
Volverá el alboroto sonoro al alba
y miraré al cielo buscando su azul
pensando en un mañana cercano.
Donde las trevinas crezcan
de otoño a primavera,
los pájaros canten ajenos
a nuestros miedos,
que los sueños
solo sean sueños.
©Pili Gil-Roldán

Tulipán
Foto de Luisa Chico
I
Oigo la voz
de la mañana,
insinuando un amanecer dorado.
nos recuerda al astro rey.
II
La primera inocencia del arroyo,
pasó su mano tierna
en el arado,
del implacable verano.
III
Donde el amor veló
la aurora y el ocaso.
Ese río que regó a su tiempo,
florecidos los pétalos, anuncia el anhelo.
IV
Admirados, únicos,
simbólico de la primavera
que baña de alegría el alma,
del más bello sentimiento.
V
Resalta tu belleza de colores,
cautivadoras formas de sus flores.
tulipanes atrevidos,
rompen el mutismo con su encanto.
VI
Elevó mis pasos
por sus sendas,
escudriñando sus arcanos
este encantador tulipán.
©Teresa Terán


Gerbera
Foto de Luisa Chico
Mi historia viene de muy antiguo y mi nombre también. Mi padre adoptivo procede de Alemania, Traugot Gerber fue un biólogo nacido allá por 1710, aunque yo nací en Sudáfrica, y no se sabe desde cuando existo. Tengo hermanas de todos los colores. Mis primas hermanas son más elitistas, ellas nacieron blancas y siguen igual por los siglos de los siglos. Dónde más me gusta estar es en mi hábitat natural, la tierra húmeda, pero hoy me ha tocado actuar de presentadora.
Estoy invitada a una fiesta, donde desde el continente americano Girasol, va a poner un poco de orden, entre tantas amigas y amigos, que vamos a presenciar este desfile de maravillosas criaturas de la naturaleza.
Bailándonos un joropo Orquídea, desde Venezuela, nos alegrará la tarde.
Y desde Japón tendremos a Loto o nenúfar con su delicada estética.
Ahora se presenta el humilde, agradecido y fuerte, Geranio, que llega desde todos los confines del mundo.
De la misma familia son Sanjora y Verode, presente en nuestras islas, sobre todo en los lugares fríos, crecen en el suelo, en los tejados...
Y desde el sudoeste europeo, nos llega Verbena o hierba sagrada, rica en colorido.
Por ahí veo a la amarilla Trevina, como una alfombra que cubre rebelde nuestros campos isleños.
Y Clavel, un rojo, rojo clavel, un clavel, tan español, tan reventón él.
Ella es suave, tierna, quién podría ser sino Violeta, tan dura y a la vez tan delicada, dicen que procede del África salvaje.
Por allí asoma, desde Holanda, el elegante y discreto Tulipán con su diversidad de colores.
De tantas que existen, creo distinguir a una Mimosa, qué exactamente no sé cuál es.
Oigo tambores brasileños, ¡ah, sí! es Mariposa, ella va rasita al suelo con sus pequeños hijitos blancos que sobresalen por encima.
Dicen que tiene propiedades alucinógenas, su cuerpo es flexible y parece débil, pero no, está en los campos adornando el trigo, resistente a los vientos, mediterránea, Amapola la llaman.
La asiática Rosa amarilla es una mensajera de amistad, y es la que nos visita en esta reunión, si fuera roja sería de la pasión,
Por debajo de la elegancia de la rosa y como alfombras coloridas vemos al europeo amoroso, familia de la violeta, Pensamientos matizados,
Y por encima, se extiende una hermosa Jacaranda, recién llegada de Sudamérica.
¿Huelen? No lo he visto, pero lo siento, ha llegado desde la mismísima Arabia, Jazmín, su aroma nos ha invadido y ha restado importancia a Chanel y a Calvin Klein.
De Cera, así es la que ahora nos trae una visión de fantasía, una belleza oriental de lo más delicada.
Mi prima hermana europea, ha hecho acto de presencia, su característica inocencia como siempre indecisa, ahora sí, ahora no, ¡ay Margarita, por favor decide!
Su fruto es codiciado por cocineros y resposteros, rosa o blanca, sólo podemos apreciarla del invierno para la primavera. La flor del almendro es el mejor regalo para la vista. Asia es su lugar de origen.
Tu perfume y belleza no pasan
desapercibidos, eres macho y hembra
porque se te conoce como Galán de noche o Dama de la noche.
Parecida a un ave del paraíso, aquí tenemos a la Strelitzia, con su cresta naranja y violácea cual punky sudafricano.
Por último, desde México, nos llega la belleza que se desprende de un cactus en forma de cascada, Santa Teresita.
Cerramos este desfile de bellezas naturales, no sin antes darles las gracias a todos los participantes.
Ha sido
un verdadero placer presentar a todas estas beldades multiculturales.
©Lali Marcelino
En esta última semana recibimos la visita, para despedir la Primavera de libros, de los tertulianos de honor Balbina Rivero, Fabio Carreiro y Elsa Hernández.
Muchas gracias a todos por compartir este homenaje a la primavera que hemos realizado en los meses de abril y mayo.
